Por otra parte, el fotógrafo estuvo apunto de convertirse en alimento.Cierto día, un oso polar atraído por el olor de la comida comenzó a empujar y morder la cerca que rodeaba el campamento.Norbert gritó y disparó al aire varias veces para ahuyentarlo, pero fue inútil.Cuando el oso se encontraba a escasos 2 metros, con la endeble cerca como única barrera, Norbert disparó un chorro de rocío de gas pimienta a sus ojos y el animal salió corriendo.
"Me enteré de que volvió al día siguiente ", comenta Norbert, quien, por supuesto, nunca regreso al lugar.
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